Erradicar la pandemia de la violencia de género es el verdadero reto del siglo XXI, mucho más que cualquier otro tipo de avance científico, cultural o tecnológico.
Hace unos meses El Salvador aprobó la “Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres”, que permitirá imponer sentencias de hasta 50 años de prisión por el asesinato de una mujer y sancionar las expresiones y conductas de violencia, como burlarse, desacreditar, intimidar, degradar a las mujeres, y difundir en cualquier medio de comunicación o electrónico, mensajes de odio.
La violencia contra la mujer es una de las principales causas de muerte de las mujeres en El Salvador y en el mundo, los niños crecen con el mito de la superioridad del varón frente a la mujer, incorpora a sus más íntimas creencias la de que unos seres son superiores a otros sólo por su sexo. El verdadero reto de todos y todas como sociedad es: colaborar para terminar con este flagelo, comenzar con elevar nuestra conciencia para erradicar la violencia contra las mujeres, ya que cada día está cobrando vidas de mujeres madres, trabajadoras, esposas, en fin mujeres abnegadas; debemos sacar adelante a nuestro país no podemos seguir tampoco re-victimizando a las mujeres con procedimientos penales a medias para ayudar a las víctimas; tenemos un enorme reto por delante.
El primer paso para afrontar el reto de la erradicación de la violencia de género es aprender a detectarla. La violencia de género suele manifestarse en primer lugar cómo agresión verbal en sus formas más encubiertas. Es muy importante conocer sus mecanismos, porque las secuelas psicológicas de los malos tratos psíquicos son iguales o más graves que las de los malos tratos físicos.
Siempre hay alguien que pregunta ¿por qué ella no se va? en lugar de preguntar ¿por qué él la agrede? La sociedad suele poner el centro de gravedad de los malos tratos en la víctima, buscando las razones por las que merece o se deja maltratar, y justifica al agresor diciendo que es un enfermo o un borracho. Las y los profesionales de salud, psicología, sector justicia, asistencia social y otros especialistas involucrados en el tema, tienen un importantísimo papel que jugar en la detección, atención, derivación de la víctima y denuncia.
La violencia contra la mujer es una medusa de múltiples cabezas y hay que cortarlas todas, una a una, pero al final hay que ir al corazón de la bestia. Ese corazón es el nuestro, porque inevitablemente estamos dentro de una cultura y hemos ayudado a construirla. Podemos empezar a estar atentas y atentos a nuestro lenguaje sexista, a la educación que damos a nuestros hijos, a nuestros roles en la sociedad, a las agresiones verbales solapadas que aguantamos y, sobre todo, a nuestro pensamiento, debemos dejar de enseñar a nuestros hijos e hijas, que las niñas juegan con muñecas, se visten de rosado y tienen que aprender a realizar todas las labores del hogar para ser unas dignas y buenas mujeres en el futuro, olvidemos que sólo los niños quienes juegan con carritos, van al fútbol, son quienes deciden, dueños de la mujer y que pueden hacer con ellas lo que quieran, dejemos de mostrar a nuestros niños y niñas que estos son comportamientos normales, mostremos con nuestros actos que todos somos seremos humanos con igualdad de derechos, dignidad, merecedores de respeto recordemos que no nacemos con atributos o características femeninas o masculinas, las desarrollamos a partir del aprendizaje, sólo nacemos con sexo.